Una rosa como el corazón.

Una rosa como el corazón.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Punto extremo (Edicion reeditada, cuento terminado)

-¿Sigues con la misma duda he, camarada…?.
-Porque no haberlo hecho cuando tuviste tiempo… aunque, no has perdido nada… salvarlos, o no, te llevaría hasta aquí de todas formas, ¿no crees?


Mi camarada estaba quieto, inmóvil, asintió la cabeza y suspiro profundamente.
Creí haber pasado una buena vida, o por lo menos haberla aprovechado, como para terminar aquí con mi amigo… en una celda. Ya no todo tiene el color que antes tenia, esa magia que nos encantaba y nos permitía contemplar cuan maravilloso puede ser lo material, y lo abstracto.
De todas formas, no era mi culpa estar en la cárcel… veras, el fue el que me arrastro hasta aquí.

-¿Quieres que te recuerde, idiota?

-¿¡Quieres recordar como carajo terminamos aquí!?...

-¡Fue tu culpa! ¡Tu gran y maldita culpa!

-¿¡Como se te ocurre matar a un policía en un hospital, con el solo objetivo de querer saber como esta tu familia…!? ¡El amor va mas allá de la fuerza, necesita respeto!

-Entiendo que te importa tanto como ami nuestra seguridad… pero aquí estamos los dos… en el mismo punto de siempre.

No me había descargado del todo… gritarle de tal forma era insuficiente, y mi ego quería y reclamaba venganza. A mi mente, acudían ideas horribles… ideas paranoicas… enloquecían la razón de mi ser, y atormentaban mi conciencia. Por un segundo pude recapacitar, y darme cuenta de lo que ocurría, era imposible… nunca se me ocurriría algo así, ya no era la misma persona.


Me baje de la cama rápidamente, y tome a mi compañero por el cuello, lanzándolo contra el suelo. El estaba tirado en el piso, riendo desquiciadamente. Se levanto y me lanzo un puñetazo que pude esquivar con dificultad. Lo agarre de la cabeza y lo embestí contra el vidrio de la ventana enrejada… se rompió en mil pedazos. Golpeo mi estomago con un rodillazo y me lanzo contra la reja de la celda. Se acerco corriendo con un vidrio en la mano y trato de clavarlo en mi espalda, pero le tome el brazo rápidamente, quitándole el vidrio de su mano, le golpeé la cara y lo sostuve en el aire contra una pared.

- No lo harías…

Me replico muy serio y con voz apenas sonora.

- Claro que si… después de todo, ya no significas nada en mi vida…

Me miro fijo y dijo…

- Llegaste al punto extremo de la inconsciencia… amigo.

Sin palabras y bruscamente, clave el pedazo de vidrio en su cuello, abriéndolo en dos, y descargando toda mi fuerza en un solo golpe. Su cuerpo cayó en un solo golpe seco, escucharlo hizo sentir el frío más terrorífico que alguien puede sentir.

La vida nos hace experimentar innumerables situaciones, en las que nuestro carácter actúa de una forma determinada. Esos somos nosotros, cada uno… el cuerpo humano, sin embargo, es algo milagroso, que permite desarrollar el crecimiento psicológico de cada ser, pero… ¿que pasa cuando todo el progreso que se ha acumulado en un tiempo determinado, es destruido en un simple momento?

Como el amor, el odio su opuesto, también sirve en aspectos que muchas veces es difícil ver. Su mal uso, destruye, su uso indiscriminado, crea catástrofes, y quizá solo veamos esa cara de la moneda, aunque, quizá, sea el sentimiento mas útil en nuestro ser.

El odio, nos hace sentir de una manera que se puede expresar de muchas maneras, con palabras, con acciones, pero si transformamos todas esas ganas y anhelos de desquitarse, y aniquilar todo a nuestro alrededor, en sentimientos que nos hagan reaccionar de una manera no tan destructiva, es capaz de arreglarlo todo por un precio alto, aunque muy justo.

Mi caso, no se aplica a mi forma de pensar, actúe inesperadamente, exprese de una forma instantánea y brutal el odio que me provoco recordar mi miseria. Sin embargo, mi amigo no solo no quiso hacerme daño, sino que intento detener mi furia. El pago el precio de tener que aguantar su vida enjaulado, a cambio de la justicia que se hizo ante su comportamiento… el acepto su error, y quiso admitir que, daría igual morir de viejo, a morir en un instante… ya no tendria algo que perder.

Yo no puedo pagar ese precio, mi locura, a cambio de mi comportamiento, es lo único que puedo valorar en este momento. Yo lo hice así, no hay vuelta atrás. Esto no es un testamento, ni un diario intimo. Es la prueba, que verifica que no todo es como parece, que demuestra mi testimonio. Es mi última locura antes de perder el control de mi cabeza de una forma completa, a cambio de un error que cometí en vano.

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