Una rosa como el corazón.

Una rosa como el corazón.

lunes, 31 de octubre de 2011

Dulce o Truco

Era noche de Halloween, y salí con mis camaradas a tomar algo en el centro de la ciudad. La luna brillaba como nunca la antes la había visto, aunque la noche era joven. Entre risas y tragos, el alcohol comenzaba a afectarme; Las imágenes se volvían borrosas, y la velocidad de mi percepción era cada vez mayor. De repente, una mujer me golpeo. Casi caigo de la banqueta en la que me encontraba, cerca de la barra. Con ayuda de mis compañeros, me incorpore, y trate de reconocer a aquella mujer. Mary, si, era ella.

Omitiendo sus insultos yo trataba de recordar lo que había ocurrido en mi pasado junto a su persona, hacia un mes; Fue una noche inolvidable, le prometí nunca separarnos, le dije que la amaba, y que la veía como mi futura esposa. En la mañana siguiente simplemente desaparecí de su vista, y nunca más la volví a ver. Si no mal recuerdo, ella me escupió en la cara y antes de abandonar aquel bar, dijo: “La sorpresa que te espera será tan inolvidable como aquella noche”. Yo seguía divirtiéndome; La música, los cuerpos moviéndose, y la noche joven aún, me dibujaron una sonrisa.

No era muy tarde cuando uno de mis camaradas me acompaño en su hombro hasta mi hogar. Yo no podía casi mantenerme en pie, y ya había vomitado dos veces. Entre, cerré la puerta, y deje que Greg se fuera sin ya preocuparse por mi. A cuatro pasos de la escalera, el timbre sonó.

- ¡Dulce o truco! – Un niño disfrazado de verdugo.

- ¿Hablash en sherio?... ¡Hic!

- Claro que si viejo tonto, ¡Dulce o truco! – A pesar de mis veintiocho años, los niños suelen verme mayor, es algo inevitable.

- ¡Truco! – le grite en la cara.

El niño no pronuncio otra palabra. Sin que yo me diera cuenta, y en un abrir y cerrar de ojos, un hombre encapuchado salio de detrás de la pared, me golpeo y dejo inconsciente. El alcohol y el sueño ya habían tomado control de mis funciones, y sucumbí en un sueño profundo.

Tosí varias veces al despertarme, tenia la boca reseca, como si hubiese intentado tragar tierra, y estaba acostado sobre una superficie plana. Mientras trataba de recordar que había pasado la noche anterior, me di cuenta que no estaba en mi hogar, y aquella no era mi cama. Un brusco sentimiento de desespero recorrió todo mi cuerpo al tratar de levantarme; Me choque contra lo que parecía un techo del mismo material que la superficie en la que me encontraba. Con mis brazos intente identificar mi alrededor, y solo chocaba contra mas paredes de madera. Grite varias veces pidiendo ayuda, sin lograr nada. También golpee la parte superior de aquella “caja” con las rodillas, y me sorprendió la cantidad de tierra que caía entre las tablas que formaban aquel estrecho lugar. Me habían enterrado. Me encontraba en una especie de ataúd, y no había forma de salir de allí. Entre las inútiles ideas de rescate, la desesperación, y los nervios que aumentaban a cada segundo, pude encontrar un mechero en mi bolsillo. La llama que desprendía el mechero solo dio luz suficiente para que pueda leer el pedazo de papel que se encontraba pegado de frente a mi vista.

“¡Sorpresa!”

Fin.

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