Una rosa como el corazón.

Una rosa como el corazón.

martes, 8 de noviembre de 2011

Mercado de corazones

La campanilla aviso la entrada de otro cliente.

-Disculpe, si, estoy buscando un corazón, uno especial.-

-¿Corazones?, No creo que tengamos otra cosa aquí, puede verlos a su alrededor, de distintos tamaños y características; Románticos, celosos, caballerosos, finos, de todo tipo.- Respondió la dueña del lugar.

Aquel no era cualquier cliente. Su cabellera castaña repleta de rulos, sus ojos brillantes, esperanzados, recorrían los pasillos de oportunidades buscando el corazón que fuera digno de proteger el suyo. Parecía desconsolada, cansada de no poder encontrarlo, y pasaron los minutos; No había encontrado aun el corazón a su gusto. Se detuvo a observar uno muy peculiar, aunque no del todo agradable para ella.

-(Hablando en voz baja) “No juegues con el, puesto que sus sentimientos son frágiles. Obedecerá, y complacerá, pero luego lo reclamará. Este es el corazón digno para aquel que acepte la infidelidad, como algo natural.”

Sin embargo, no le gusto, y siguió caminando. Aquellos no eran corazones reales, sino la representación de los mismos, para su posterior conocimiento en persona. Muchos de ellos similares, leves eran las diferencias. Transcurrió una hora, y ni aquellos que se suspendían en el aire, ni los que yacían en vitrinas de vidrio cautivaban la atención de la bella dama. Hasta que en un cajón, descubrió una caja de madera con una flor grabada en su tapa. La abrió, y un corazón vendado descubrió en su interior, junto con una nota.

Amor puro yace en él; Imaginativo, intuitivo, simpático, apasionado, único. Que sus características no te cieguen, pues él comete errores, errores inocentes. Un corazón experimentado, pero que, como todos, debe seguir aprendiendo, y necesita del perdón para poder ser comprendido.”

-Creo que es este.- Dijo en voz alta – Se que puedo confiar en el, pero necesita demostrarme lo mismo.-

Ella llevo el corazón vendado a la dueña del lugar, y la misma le dio a la clienta el corazón en su respectiva caja de madera. Cuando salia del lugar, tropezó. Levanto la caja que, sin haber dejado caer al corazón, mostraba su parte inferior, y allí un grabado sobre la madera ella leyó.

“Gracias, porque pudiste verme entre mil corazones.

A pesar de mis errores, nunca te dejare, solo necesito ser perdonado.”


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