Una rosa como el corazón.

Una rosa como el corazón.

sábado, 11 de mayo de 2013

Entre cuatro paredes y un cielo


Al amanecer solo había cuatro paredes, y arriba se encontraba el cielo, un profundo azul sin compañía alguna. Allí desperté, aquel era el mundo, aquella era mi vida, y entre cuatro paredes, sobre una superficie limpia y de buen material, mi familia, la viví.
 Me la pasaba mirando hacia arriba casi todo el tiempo, como cualquier otro, contemplando aquella inmensidad como si fuera un circo abandonado, faltaba algo y no sabía qué era aquello. No existían el día y la noche, solo el pulido suelo, las blancas paredes y el profundo azul. Pero, aunque el cielo no cambiase de atuendo, el sueño se apoderaba de mí de todos modos, luego de observarlo hasta sentir que volaba surcándolo.
En mis sueños una de las cuatro paredes tenía una puerta, yo me levantaba y, al abrirla, me adentraba en otra habitación. En el centro se encontraba un charco cuyo color cambiaba incesablemente. Lo toqué. Era una sustancia viscosa, inodora, pero aun así lo llamativo se encontraba en sus colores cambiantes. Azul, rojo, amarillo, violeta, verde, blanco. Se entrelazaban pero no se mezclaban, por lo que se podía distinguir claramente cada uno. No entendía qué era aquello o por qué estaba allí, en mis sueños.
 Tuve una idea. Coloqué mis manos de manera que cumplieran la misma función que un recipiente, y las sumergí en el charco, cuyo fondo me llamo la atención, era como si hubiera un hueco en el suelo. Mire a mí alrededor y arroje el líquido hacia una de las paredes. Este comenzó a caer dejando su marca multicolor. Pero hubo algo más. El líquido no cubrió dos zonas en particular, dejando a la vista una línea totalmente recta, como si esa zona no pudiera colorearse. Arrojé más de aquel líquido, y la línea continuó expandiéndose. Era una puerta.
 Abrí mis ojos nuevamente, había despertado y allí estaba nuevamente, entre cuatro paredes, sin el charco, sin la puerta… aquella puerta delineada solo por el contraste del blanco de su contorno entre los múltiples colores que la rodeaban. Era un sueño. Solo un sueño.
 No me desagradaban mis cuatro paredes, de hecho, eran mi mundo, eran todo lo que tenía. Pero aun así aquella puerta en mis sueños me llamaba mucho la atención, de una manera casi insoportable. Desde aquella vez en adelante volví a soñar cada vez con la habitación, el charco y la puerta, pero siempre que intentaba abrirla despertaba simplemente al tocarla. Excepto una vez. Al entrar nuevamente en la habitación del charco, en mis sueños, volví a tomar entre mis manos aquel líquido viscoso, pero no lo arrojé en aquellas paredes. Volví a la habitación donde vivía, y con el dedo índice dibuje mi propia puerta. La empujé, y esta vez no desperté.
 El cielo tenía un tono celeste, acompañado por varios cuerpos indefinibles de color blanco que se movían muy lentamente. Cientos de colosos de color marrón y pelaje verde se alzaban en torno a mi vista, apoyados sobre un piso del mismo pelaje. El aroma… nunca había olfateado algo semejante. Una frescura intensa entró por mi nariz, llenándome de vida. Era hermoso. Y entonces una idea aún más fascinante llego a mí. Aun con mis manos empapadas de líquido multicolor, volví a mi habitación y pinte otra puerta. En aquel nuevo lugar todo era muy diferente al anterior. Todo estaba sumergido en la oscuridad. No podía ver nada. No podía respirar. Sentí como mi cuerpo comenzó a temblar, a moverse por sí solo. Sin siquiera darme cuenta me encontraba ya a diez pasos de distancia de la puerta por la que había entrado. Y me desesperé. Corrí para volver, pero el camino cada vez se hacía más largo, cada pisada que daba la puerta se movía. Cerré los ojos y puse todo mi esfuerzo en alcanzarla. El sudor corría por mi cuerpo, y mis músculos pedían descanso… al abrir nuevamente los ojos ya no me encontraba en medio de la oscuridad, lo había conseguido.
 Desde entonces mi vida ya no es la misma. Puedo crear puertas que contengan mundos inmensos y diferentes entre sí. Puedo viajar, puedo crear. Puedo visitar nuevos pisos, contemplar diferentes y misteriosos cielos. Pero sé que siempre que quiera volver a mi habitación, allí estará, con sus puertas abiertas, su suelo pulido y un cielo en el cual poder volar libremente. Mis sueños se convirtieron en mi nueva vida, y ya nunca más el sueño se apodero de mí.

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