Una rosa como el corazón.

Una rosa como el corazón.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Hermosa Ilusión.


El hombre nunca supo, si las coincidencias son realmente coincidencias. Si es que realmente es así, o el destino de todos y cada uno yace fundido en algún lugar, indicando que pasará y cuando pasará. Realmente no me importa. El mundo nunca supo decidir, cuando una ilusión lo suficientemente creíble lo cegó, y lo obligo a actuar ridículamente. Espero que esta ilusión no retuerza mi alma como todas las que nutrieron mi vida de sabiduría.
Sé que no hay una gran posibilidad, he enfrentado esa espesa niebla ya muchas veces... pero no dejo de lado él poder intentar cruzarla una vez más. ¿Será un sueño?. Debe serlo, en la realidad no existen pasillos kilométricos y sin paredes, o por lo menos nadie los conoce. A medida que avanzaba a través del infinito pasillo de color negro, aquel que surcaba la inmensidad irreal de una playa a medio anochecer, me detuve a contemplar un milagro. No, no era un milagro, era una ilusión... no podía pretender nada de aquello.
Había encontrado una flor. Pero no cualquier flor. Esta era de color blanco. Un blanco que hizo contraste en el kilométrico pasillo de color negro, en el inmenso espacio arenoso que nada llevaba consigo. Un blanco hermoso, radiante, especial. Blanco como la luna, precioso como la luna. Me atreví a tomarla del suelo. No la arranqué, estaba posada sobre el oscuro pasillo. La observe de cerca, y descubrí un nuevo color, amarillo. Un tenue amarillo que rodeaba su centro. Su aroma me dejo atónito, y de hecho creía volverme loco, ¿Puede un hombre enamorarse de una flor?. No, no era amor, era una ilusión. Luego de cinco minutos observando aquel hermoso blanco, como si me estuviese hechizando, la flor se disolvió en el aire. Simplemente se partió en pedazos y desapareció. Mi camino aun no terminaba, por alguna razón no había sentido tristeza, y mucho menos soledad. Comencé a caminar nuevamente. Solo se escuchaba el chocar de las olas.
Los pasos no concluían, y yo no sentía cansancio... si era un sueño, se volvía aburrido. De repente, me tope con algo que hizo que me cayera. Lo primero que se me vino a la cabeza fue la imagen de una roca. Y justo antes de poder incorporarme, me detuve mirando el cielo. Increíble. La luna brillaba como nunca antes lo había hecho. Su blanco no podía compararse con ningún otro, excepto el de la flor. Y así recordé aquellos cinco minutos contemplando el blanco y el amarillo fusionados. Y entendí que nunca olvidaría a esa hermosa flor, mientras la noche lleve consigo a la luna. La luna, recuerdo inolvidable, ¿Compartirás mi loco ser, enseñándome a amar, o solo serás otra ilusión que llene mi vida de irreales y hermosos sueños?.
Fin.

3 comentarios:

Edward Sognatore dijo...

Increible...

Merrick Lovecraft dijo...

Que bueno que te haya gustado ^^ Me paso por tu blog en breve.

Anónimo dijo...

Es geniaal lo que escribiste Joaco! esta rebueno! Guada