Una rosa como el corazón.

Una rosa como el corazón.

jueves, 30 de junio de 2011

El Bufón Rojo.


Cuenta la historia sobre un Bufón cuya vida servía a un Rey. Un Bufón de color rojo. Con sus malabares, chistes, y realismos, cumplía con su trabajo, un trabajo que no ejercía solo por sometimiento, sino también por haberse encariñado a él. Sus caídas actuadas, sus bromas clásicas, desesperado así intentaba que su Rey se riera a diario.
  No tenía familia ni conocidos, era un prisionero de guerra que había sido perdonado de muerte, para convertirse en lo que era por mero capricho.
  Su rey, hombre gordo y robusto, despeinado, caprichoso, avaro e ingenuo, un día, se cansó del humor del Bufón. Sus chistes perdieron originalidad, y con ello la gracia. Así el bufón, sin no ver más posibilidades de hacer reír a su odiado Rey, le pregunto:

-“Rey mío, ¿Qué es aquello que puedo hacer para lograr en usted una sonrisa?.”

Y así el Rey le respondió.

-“Caidas y tropezones ya no me cautivan, y por lo tanto lo siguiente ordeno que hagas: Matarás, ejecutarás, y gargantas cortarás, no habrá sino mejor espectáculo para mis ojos.”

 El Bufón, atónito por lo que acababa de escuchar, se vio obligado a obedecer a su Rey. Y así, solo como un ejercicio de humor, pero sin anhelo de hacerlo, realizó lo ordenado. Arrepentido de cada cuello rebanado, y de cada cuerpo destrozado, rezaba cada noche, para que algún dios piadoso pudiera limpiar su alma. El Rey rió a cada broma mortal, a cada juego al que sometía a sus demas prisioneros de guerra, para cada uno utilizaba a su esclavo para hacerlo, mientras las lágrimas del mismo mezclaban su entereza con una sonrisa irónica, y un hacha afilada que se abalanzaba acompañando su cuerpo.


Una noche, cansado de aquella tortura moral, de tanta sangre derramada la cual en un sentido absurdo representaba su disfraz, decidió reconquistar su voluntad y cesar sus matanzas. Y así ocurrió lo inesperado, una triste tarde de otoño en la cual el Tajo fue protagonista. Se presentó entonces el Rey, quien había decidido ser el ejecutor de la siguiente escena, con un público asombrado cada dia un poco más ante el tirano. El telón subió, y no era sino el cuello del Bufón rojo el que se encontraba en la hendidura de madera. El Rey, atónito, no pudo entender lo que sucedía, y en el momento en que parecía lanzarse a hablar, el Bufón lo interrumpió:

-Esta es la mejor limpieza que puedo conseguir. No soporto tus juegos, no soporto tu sentido del humor. Por eso quiero mostrar como un cuerpo y un alma, puros y aún vitales, pueden mancharse de sangre y angustia solo por capricho. Esta será la última broma de la que seré parte, y tú también, mi rey.-

El Rey soltó una carcajada, y sin más que decir, levantó el hacha, y con un sonido seco, todo resultó. Una sonrisa dibujada en el ya desprendido rostro del Bufón, y un Rey intentado sobrevivir a un veneno que consumía su entrañas, dieron lugar al cierre del telón.

3 comentarios:

Pendra dijo...

me agrada, una triste sombra del poder

Edward Sognatore dijo...

En verdad asombroso. Me animaste el día con tan entrañable creación ^__^

Merrick Lovecraft dijo...

En verdad me agrada mucho que les haya gustado ^^ Gracias.