¿Por
que hablamos de Destino?
¿Realmente
existe?
Pensamos
al destino de la siguientes maneras:
- Por algo ocurrió.
- Todo está escrito.
- El
Destino así lo quiso.
El
Destino es construido de esta forma como una entidad omnipresente, quizá hasta
mágica, que narra la historia de cada elemento de la existencia. Recorre el camino
de cada persona, y de cada hoja en otoño. Una entidad a quien se le atribuye
toda la responsabilidad de los hechos, tanto beneficiosos, como perjudiciales.
¿No estaremos mintiéndonos al atribuirle una responsabilidad a un ente del cual
no tenemos pruebas de existencia?.
Que
muchos de los vacíos de conocimiento estén aun vacantes genera una suposición
errónea, en general. La de pensar que algo puede estar frenando dicho
conocimiento a avanzar y que, por ende, existe algo superior a lo racional,
superior a lo científico, de lo que nunca nadie podrá tener información.
Eventualmente hemos atribuido nuestra propia información, y hemos etiquetado a
la vacante ahora supuesta mente llena. ¿Como se llama la misma? Destino,
Casualidad, Suerte.
Nuestra
cultura, desde tiempos inmemorables, ha creado un sistema de culpable e
inocentes, mediante el cual se buscan culpas. Un sistema basado en brindar el
merecido castigo a quien haya causado un evento perjudicial. Siempre que
buscamos culpa en algún lugar, implícitamente indicamos la necesidad de un
castigo, sea verbal o físico. Y, deduciendo lógicamente desde aquí... nadie
querría ser culpable de algo.
¿Cómo podríamos querer
ser culpables de algo?
Hasta
para las mas pequeñas culpas buscamos un casillero.
Querer
liberar nuestra mente de ellas, u otras de mayor magnitud, a generado, a lo
largo de los años, que atribuyamos la culpa a una entidad que no puede ser
estudiada, no conocida. Echamos la culpa a La Nada: al "Destino", a
la "Casualidad", a la "Suerte".
Así,
la fortaleza que es la mente, se deshace de lo que no le es grato. Se ciega a
si misma a fines últimos de sobrevivir.
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